Ahora, esclavizado por lo que ha confesado
Se encuentra, ahogado en un mar de incertidumbre.
¿Habrá valido la pena habérselo contado?
Decir lo que piensa se le ha vuelto costumbre,
Costumbre que ahora lo tiene desorientado,
Su palabra, su poesía se dicen incertidumbre.
Debe pagar por la osadía,
y no tiene ahora sosiego,
por haber rezado su poseía.
Cuánto bien proporcionaría
Una clara señal de su Cielo:
seguirte oyendo desearía.
Pero ya está, esto parece que no ha de pasar.
Por ahora, una gran necesidad le domina,
le urge el silencio abrazar, callar, callar.
Ha de llevar sus sentimientos como una espina
que lastimará y hasta lágrimas le ha de arrancar.
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