No se ofenda, se lo he dicho, no se ofenda.
Es mi estilo, y lo creo, aunque no lo crea.
Pues, así es, no puedo no ser así, y si lo quisiera
realmente no lo sería, porque, de hecho, no lo soy.
O dígame, ¿No lo es usted también?
A su modo, pero lo es, y si no lo fuera,
¿Qué sentido tendría? Y si pensamos en aquel
o aquella, aunque distintos, también lo son,
cada uno a su manera, pero lo son.
Y no depende de usted, y tampoco de mí,
por suerte.
No insista más. Y ya que usted también es,
déjeme, por favor, ser lo que soy, eso sí,
le pido, le exijo, le demando, déjelo a él y a ella ser.
No hay más remedio: la diversidad es la verdad.
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